lunes, 16 de febrero de 2015

Monigote pintado - Mati Sanz Rebato

Axpuru (95 m)

En especial, para A.I., buscador incansable de cotitas.

Semanita invernal-infernal para los que no sabemos quedarnos en casa. Algo había que hacer aunque solo fuese recuperar viejas tachuelas. Birri-montes, que dice Javi Urrutia. Así que me visto con el traje de faena y, como una no tiene mucha paciencia, paso de esperar al bus o acercarme a la estación de metro. Tipi-tapa, me cruzo bajo el puente de Deusto con José Luis Bilbao, el kromagnon no el diputado -que una sabe elegir sus amistades. Es jueves y anda mosqueado por haberse suspendido, por primera vez en la historia de este grupo, la salida semanal debido al mal tiempo. 

Continúo mi andadura siempre al borde de la ría. Como me suele ocurrir, y además muy a menudo, según echo a andar empiezo a sumar propinas al recorrido inicial que me he propuesto. Antes de llegar a Erandio ya estoy barruntando añadir al trazado el Tun Tun (79 m), conocido en Lutxana-Barakaldo como el Monte de la Sefa. “Mejor dejarlo para la vuelta, me digo, y así solo tendré que cruzar en una ocasión la ría”. No hay como el viento fresco para aclarar las ideas.

Tun Tun entre Rontegi y la antigua Talleres de Zorroza S.A.

Saboreo de antemano el viaje en bote para alcanzar la otra orilla. ¡Qué grandes las pequeñas cosas de la vida! Fotos y más fotos para luego elegir unas pocas. Tarea difícil esa de decidirte por una o por otra.


Con la ilusión como carburante totalmente ecológico llego casi sin darme cuenta a Astrabudúa. Subo las escaleras que hay poco antes de la gasolinera y allí, a unos pasos, está la señal urbana que indica Tres Cruces. La primera cruz que encuentro es la de la tercera/III estación del Vía Crucis que termina en la misma cima de Axpuru (95 m). Las vistas son irrepetibles. Todos los montes de los alrededores están nevados y eso es algo que no se ve a menudo. 

Axpuru mendi (95 m)

Serantes nevado desde Astrabudua

Alcanzo las Tres Cruces que conforman el Calvario y piso, por primera vez en el día de hoy, barro y hierba. La cruz cimera, el taco geodésico y el bonito buzón suponen el mejor de los trofeos.

Calvario

Es la segunda vez que estoy en esta atalaya. La primera fue hace un par de años y entonces vine en bicicleta. Como su altitud no llega a los 100 metros me dio pudor reseñarla. Pero un monte es un monte y hay alguien empeñado en que todos se registren, tengan los metros que tengan. Así que hoy vuelvo para dejar los deberes hechos y así cumplir con mi palabra.

Sigo camino y me encuentro con una señora ya mayor a la que pregunto si se puede bajar desde donde me encuentro a Erandio. Se escandaliza y me dice que está muy lejos. “No me importa. He venido a andar y no quiero volver sobre mis pasos”, le digo. Lejos hubiese estado si llego a ir por donde ella me indicaba. Pero la suerte me acompaña y me topo con un aborigen, como diría el infatigable Suso, en forma de jubilado debajo de un paragüas que me confirma el corto camino que yo presagiaba. Bien, bien; ahora sí lo tengo bien cerca. 


Alcanzo la ría y el embarcadero. El botero me ve pero se quiere ir sin mí. Supongo que esperar a alguien que pierde el tiempo sacando fotos en vez de saltar al bote cuando ve que se marcha es algo que tiene que aguantar a menudo y que le saca de sus casillas. Pero a mi hoy nadie me va a amargar el día. Un euro es lo que me separa de la otra orilla.

Llego a la margen izquierda y, en vez de seguir el precioso paseo de la Orconera, tomo de referencia los pilares del puente de Rontegi y me meto por donde no debo. Las vías del tren me cierran el paso; una doble vía que paso con mucha precaución y con gran presteza. Mal hecho, lo sé; que un resbalón lo puede tener cualquiera. El maquinista del tren me ve y me pita. El del segundo tren, que viene en el otro sentido, ya me ocupo yo bien de que no me vea.


Me tienta ahora el saltar el muro de ladrillo que me separa de la carretera para evitar un pequeño rodeo. La maleza me lo impide y salgo por mejor terreno a una rotonda. De allí a la pequeña estrada y a la alambrada que, inútilmente, quiere hacerme desistir de subir al monte de la Sefa solo me separan unos metros. 

Tardo un triunfo en abrir el cierre. El hortelano se quiere asegurar de que no le roben el fruto de su trabajo, claro. Avanzo con determinación para alcanzar la ikurriña y el tronco de Brasil que hay en el punto más alto de esta pobre tachuela. Mi sufrida cámara de fotos hace tiempo que hace aguas. Las imágenes saldrán con dos borrones en su parte baja. No sé si el fruto de mi trabajo me hará pasar a la posteridad pero mi idiotez merece un premio aunque sea honorífico.

Tun Tun (79 m)

Desciendo de nuevo a la carretera y llego con satisfacción a la estación de Renfe de Lutxana-Barakaldo. El tener tan a mano esta escapatoria no supone una tentación. Una es muy bilbaína y quiere llegar a casa tras completar el recorrido íntegro a patita.

 Estación de Lutxana

Prácticamente ya en Zorroza, me acuerdo de una joya industrial, el puente Alzola, que cruza el río Kadagua antes de alcanzar este la ría y, cómo no, me viene a la mente la Reineta quien sufre a menudo y con resignación las chaladuras de su mum. En una ocasión anterior estuvimos aquí juntas, sacando fotos de esta maravilla. Cruzo sobre las traviesas del viejo puente y llego al abandonado Matadero de Zorroza. 

Puente Alzola

Grandes Molinos Vascos, S.A. Bien cultural

Conozco perfectamente la vuelta que hay que dar si continúo por el camino legal, así que tiro a derechas, en mi línea, hasta llegar a un muro que me cierra el paso. Me río de mi pericia en buscar complicaciones: estoy sobre el recinto de las cocheras de Bizkaibus. Aquí no hay mucha zarza así que me planto dentro de un salto. La puerta metálica que cierra el paso está abierta y aprovecho para salir sin que nadie se percate de mi presencia. 

Ahora solo me queda recorrer el magnífico paseo de Olaveaga, la Noruega bilbaína. A estas horas y con esta meteo los únicos que lo disfrutan son algunos corredores dispersos. ¡Cómo ha cambiado el skyline de Bilbao! Donde antes reinaba el Malmasín ahora lo hacen las torres de Garellano. Hoy luce nevado pero más humilde que nunca entre estas moles urbanas. 

Skyline

San Francisco tiene las Painted Ladies y Zorrozaurre esto

Dejo el Museo Marítimo atrás y llego a la pasarela de la Uni de Deusto, que hoy más que nunca me sirve de puente de unión con el itinerario seguido unas horas antes.

Y, por fin: casita. Tras más de 21 km recorridos y pasando de largo las cuatro horas, con las caderas doloridas debido a que el terreno uniforme me machaca la espalda, llego de nuevo a casa. Pero, a semejanza del monigote pintado del cuento infantil que leían mis hijos cuando eran niños, con una sonrisa muy grande que me estira de los labios. 

Nota. Si has elegido ser de Bilbao, pero no has nacido en el mismo centro, puedes usar el transporte público para desplazarte. El metro te acercará a Astrabudua y Renfe Cercanías a Lutxana-Barakaldo. Bizkaibus funciona a las mil maravillas y de ello te pueden dar fe los aguerridos Kromagnones que lo utilizan prácticamente todos los jueves en sus escapadas montañeras. O, ya puestos, dejarte de chiquitas y cruzar la ría a nado, para poder presumir de ello durante el resto de tu vida. Yo me he quedado con las ganas por no llevar el traje de baño dentro de la mochila.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

El fin de estos pequeños relatos es, precisamente, el que tu concluyes: descubrir secretos que tenemos muy cerquita pero que nos pasan normalmente desapercibidos. Me atrevo, no obstante, a sugerir que cuidemos de ellos entre todos para que no me arrepienta de haberlos puesto al descubierto.

Robín García Saiz dijo...

Matilde;

He visto tu foto del bello monte Ogoño, con eñe y no con la agrupación doble "gn" francesa, como para decir en francés -y no mal decir- Espagne; los franceses no saben pronunciar la z que pronuncian "s", que los vascos saben bien decir no obstante, y esta es la razón única por la que que grafiaron "Biarritz" en vez de "Biarriz", para hablar de esta bella villa que tanto rico e inglés atrae. Pero ello no es una razón válida -ni sana- para introducir artificialmente la grafía en consonante doble "tz" Y "tx" en la muy noble, muy inocente y no menos leal lengua vasca. Las lenguas minoritarias, para crecer, necesitan la amistad que precisamente vosotros le estaís negando al querer enfrentarla estúpidamente y antinaturalmente contra el español.
La realidad es que un bilingüismo sería posible; pero dentro de España; abandonando la quimera loca -y probadamente a la vez estérilmente criminal- del independentimo mal llevado hasta ahora.


:

http://www.mendikat.net/foto.php?numero=378&imagen=82#foto

con el epígrafe siguiente :

""Arnari (55 m), casa y Ogoño (305 m)""

Me atrevo con la crítica siguiente. No defines bien lo de la casa. Uno tiende a pensar que eres, como en la película ET, una extraterrestre señalando no una casa, sino la tuya propia a la que encima no le pones, injustamente, la altitud.

*Fin de modo crítico*

Anónimo dijo...

Bueno, bueno. Estarás de acuerdo conmigo en que, a pesar de tu crítica, es más fácil identificar la casa que el gato autóctono de la fotografía.

La casa en cuestión está en manos extranjeras. Es de un francés, creo. Si fuese mía, ya me la habrían hecho derribar por aquello de la ley de costas.

Robín García Saiz dijo...

Feliz nuevo año chino, Matilde.Tenemos que quedar para subir a algún sitio juntos; meiléame.

Robín García Saiz dijo...

Ayer estuve viendo vídeos de la subida al Everest de Edurne Pasaban en su página web. Me alegro de que una mujer obtenga éxito deportivo -o intelectual o ambos- pero sin resuene estúpido de campanas ni cantos de sirena; no hay que caer en el terrible error de hacer de la mujer otra "clase obrera" intocable, mágica y situada por encima de todo; que sólo la "clase obrera" podía ir al paraíso; que por ellos y sólo por ellos se justifican las guerras y cambios del poder para seguir no obstante haciendo lo mismo que antes, guerras civiles cruentas que mal llamaban revoluciones además de las férreas y largas dictaduras subsiguientes -la de China dura ya 66 años; más fascismo comunista que el anticomunista de Franco; los extremos se tocan; de falta absoluta de democracia "obrera".
Me llamó la atención su capacidad franca y abierta para la risa .Esta es de pueblo -y ello es un halago, no una discalificación; no es malo ser de pueblo- pensé, al ver cómo se reía cuando el Lama Nepalí los bendecía; hace bien Edurne en seguir y respetar los ritos y creencias, la cultura de sus anfitriones. Cuando pasaron el puente de cuerdas y madera , a una altura de 200 metros por encima del valle, ella misma cuenta que su madre que tenía vértigo se tuvo que agarrar a un sherpa para poder cruzarlo con los ojos cerrados. Tuvo que agararrse a un sherpa, a ella no, porque ella se ponía a reír inconteniblemente.
Exceptuando una subida preciosa paro rara al Monte Perdido, desde el valle de PIneta, cuando yo estaba en la mili, en la que me debieron de trasladar, sin yo notarlo, a otra cima, porque los últimos 300 metros de desnivel eran una cresta completamente nevada en pleno mes de julio; no subí a ningún monte más hasta mayo del año pasado en que decidí conquistar el Aguilatos, situado un poco antes de Sodupe si se viene de Vil Vaho. Es un monte desnudo, sin pinos ni eucaliptus, pero con prestancia y hasta insolencia, que me recuerda a uno de los varios montes de Bárcena de pie de Concha, mi pueblo, que nunca subí por la falta de afición de los me rodeaban. En un recodo del sendero, a un tercio de la cima, me encontré con los restos de lana y los huesos bien blancos de una o de más ovejas. Casi renuncio a seguir subiendo solo, pero pensé que se trataría más bien de un montaje de algún ganadero con la finalidad de recibir algún subsidio; hasta que llegué a una zona de caída vertical hacia las diminutas vías del tren de vía estrecha y la autovía tan pequeña y tan a mis pies, que la cabeza se me iba hacia ese abismo que me pareció casi insondable, que mejor no mirarlo, que qué impresión, que vaya vértigo poco controlable. He vuelto a subirlo, con más experiencia en montes y algo de nieve, para probar la bella nieve, hace unos días y he logrado superar ese nuevo miedo al vacío -¿ que alguien me da ?- en buena parte; no totalmente aún. Y aquí es donde llega la comandante Edurne Pasaban, que no sé qué hubiera yo pensado si llega a reírse de mí en esos momentos. Quizás su risa me hubiera ayudado a vencer el miedo, o quizás yo me hubiera enfadado, no lo sé. Creo que ella me hubiera contagiado de su risa incontrolada y ello me hubiera ayudado a superar aquél vértigo. Pero uno de los motivos por los que esto estoy garabateando torpemente, es para responder a la pregunta de cómo es posible que alguien que no puede controlar su risa consiga sin embargo controlar la montaña más grande de nuestro amado mundo; las respuestas sólo después de la publicidad.

Mujeres de Pyrenaica dijo...

Este blog está abierto a todas las personas que quieren escribir sobre actividades en las que participan mujeres o comentar las entradas.